A pesar del clima de paz europeo, la 
                                      continua prosperidad económica y los 
                                      avances en materia jurídica y social, en 
                                      la nueva Europa las cosas no marchan del 
                                      todo bien. El voto de rechazo al Tratado 
                                      de Lisboa por parte de los irlandeses, en 
                                      junio del 2008, ha vuelto a poner en la 
                                      mesa de discusión la viabilidad del 
                                      proyecto. La actitud de los irlandeses ha 
                                      demostrado, al menos por tercera vez 
                                      consecutiva , que cuando se consulta 
                                      directamente a los ciudadanos acerca de 
                                      “el futuro de Europa” —ya sea la 
                                      Constitución o el Tratado— el resultado es 
                                      negativo. No está de más recordar que no 
                                      existe democracia que se mueva con soltura 
                                      y dignidad ahí donde el plebiscito se 
                                      convierte tabú. 
                                      
                                      
                                      Muchos se preguntan y debaten alrededor de 
                                      la pregunta: ¿Qué ha fallado en la Unión 
                                      Europea? ¿Qué hay detrás del voto 
                                      negativo? Si bien en la Unión Europea ha 
                                      demostrado una eficacia ejemplar para 
                                      generar prosperidad y crecimiento en «les 
                                      choses matérielles» no ha tenido los 
                                      mismos resultados en «les choses humaines 
                                      et les intangibles». Se atribuye a Monnet 
                                      aquella frase proverbial de «Si c’était à 
                                      refaire, je commencerais para la culture» 
                                      , dicha al final de la vida y por lo tanto 
                                      con la sabiduría de la reflexión que dan 
                                      los años, y en la que muchos han querido 
                                      sustentar la idea de que la cuestiones 
                                      culturales han sido una de las 
                                      «asignaturas pendientes» de la UE. 
                                      Catherine Lalumière ha comentado la 
                                      fragilidad que tuvo, de origen, el tema 
                                      cultural en la agenda europea : “Dans le 
                                      Traité de Roma (1957) il n’y a pas a mot 
                                      sur la culture (…) jusque’au Traité de 
                                      Maastricht [1992] qui abord enfin la 
                                      question, [mais] la action culturelle 
                                      resta très modeste”. Más allá de toda 
                                      connotación fatalista en la que Monnet 
                                      hubiese previsto en la cultura como la 
                                      fisura olvidada que tarde o temprano daría 
                                      problemas al resto de la estructura, lo 
                                      cierto es que la frase deja entrever que 
                                      en la nueva Europa el predominio económico 
                                      ha operado en detrimento de otros aspectos 
                                      considerados baladíes o no prioritarios. 
                                      Tanto así que muchos, como Antonin Liehm , 
                                      dudan incluso de la autenticidad de las 
                                      palabras de Monnet: “Me parece difícil de 
                                      creer —dice Liehm—. En primer lugar, el 
                                      padre de lo que sería la Unión Europea 
                                      tenía otras preocupaciones. (…) evitar 
                                      para siempre que el carbón y el acero 
                                      fueran de nuevo utilizados para construir 
                                      máquinas de destrucción (…) [C]ualquier 
                                      pretensión de que la cultura fuese la 
                                      primera prioridad hubiera sido considerada 
                                      fuera de lugar y de mal gusto cuando 
                                      millones de personas no tenían ni siquiera 
                                      un techo donde cobijarse. En cualquier 
                                      caso e independientemente de cuanto 
                                      hubiera avanzado en su construcción. La 
                                      Unión Europea no hubiera accedido a 
                                      escuchar tal sugerencia. Incluso ahora 
                                      está poco preparada para escucharla”. (Liehm, 
                                      2001). Afortunadamente, las cuestiones 
                                      culturales sí han ido adquiriendo en la 
                                      Unión Europea mayor cuerpo y sentido en 
                                      los últimos tiempos y se reconoce como 
                                      piedra angular en la integración de 
                                      Europa, aún cuando continúan irresueltas 
                                      cuestiones cardinales como la tolerancia a 
                                      la diversidad que, como reconoce Ján 
                                      Figel´, Comisario de Cultura, ha sido 
                                      “fuente de repliegues y miedos” .
                                      
                                      
                                      Otra «asignatura pendiente» que se ha 
                                      señalado con insistencia es el 
                                      estancamiento, y en algunos casos 
                                      retroceso, de la llamada «Europa social». 
                                      Hay sólidas reflexiones de intelectuales y 
                                      analistas políticos que consideran que "la 
                                      preocupación social está en el corazón del 
                                      no", y que el voto de rechazo no procede 
                                      de una genuina oposición hacia las 
                                      cuestiones puntualísimas de carácter 
                                      jurídico o de gestión que se han puesto en 
                                      juego en las urnas de consulta ciudadana 
                                      durante los plebiscitos sobre la 
                                      Constitución o el Tratado de Lisboa. Una 
                                      de las hipótesis más señaladas es que 
                                      muchos europeos aprovechan la oportunidad 
                                      de las urnas de un plebiscito para 
                                      expresar su desacuerdo hacia otros 
                                      factores, sobre todo en materia de 
                                      política social. Es decir, que detrás de 
                                      los plebiscitos opera una suerte de «voto 
                                      de castigo triangular». En otro Pliego de 
                                      Yuste, los académicos europeos advertían 
                                      acerca de los riesgos en la UE derivados 
                                      por “descuida[r], de alguna manera, su 
                                      misión en pro de una Europa social” . La 
                                      opinión de la Academia Europea de Yuste 
                                      coincide, sin duda, con la de un amplio 
                                      porcentaje de ciudadanos europeos 
                                      encuestados por el Eurobarómetro 63.4 
                                      (2005), aplicado justo después del 
                                      referendo francés y danés y que 
                                      mencionaron el desempleo (48%) y la 
                                      pobreza/exclusión social (44%), como las 
                                      asignaturas pendientes de la Unión Europea 
                                      que deberían ser consideradas una 
                                      prioridad. 
                                      
                                      
                                      La tercera de «asignatura pendiente» más 
                                      sugerida por los expertos la podríamos 
                                      resumir con la idea de que «El Proyecto 
                                      Europeo no ha sido lo suficientemente bien 
                                      comunicado a los ciudadanos», al menos no 
                                      en toda la complejidad y riqueza de 
                                      sentidos. Es común que Comisarios y 
                                      miembros del Parlamento expresen su 
                                      frustración en el sentido de que muchos de 
                                      los avances plausibles que se han logrado 
                                      en materia económica, social y cultural 
                                      han pasado inadvertidos por las mayorías. 
                                      Es decir, que la información no está 
                                      llegando hasta quienes se dirige. Lo que 
                                      se señala, en el fondo, es que las 
                                      estrategias institucionales de la Unión 
                                      Europea en materia de comunicación e 
                                      información han sido ineficientes. Si 
                                      comparásemos el interés que ha suscitado 
                                      el tema de las estrategias de información 
                                      y comunicación, con los debates acerca de 
                                      la «Europa social» o el «rezago de lo 
                                      cultural», sería tal vez al que menos 
                                      atención se le ha prestado, pero no por 
                                      eso es menos importante. Aunque en el 
                                      fondo, si se analiza con detenimiento, se 
                                      puede decir que las tres «asignaturas 
                                      pendientes» están íntimamente 
                                      relacionadas. 
                                      
                                      
                                      Al igual que inicial olvido de “lo 
                                      cultural”, los estamentos europeos con 
                                      relación a la comunicación tomaron forma 
                                      hasta el Tratado de Maastricht (1992). Más 
                                      adelante, durante el Consejo Europeo de 
                                      Niza (2000), se empezaron a llevar a cabo 
                                      los primeros debates públicos, pero fue a 
                                      raíz del golpe asestado por franceses y 
                                      holandeses a la Constitución (2005) cuando 
                                      la Unión Europea encendió, por fin, focos 
                                      rojos y ponderó la comunicación como un 
                                      asunto prioritario en la agenda. Tras un 
                                      breve «periodo de reflexión» anunciado en 
                                      durante el debate parlamentario del 22 de 
                                      junio del 2005 , la Unión Europea 
                                      reconoció que el proyecto europeo adolecía 
                                      de un problema relacionado con la 
                                      comunicación que, peligrosamente, estaba 
                                      poniendo en entredicho la «legitimidad» de 
                                      la Institución ante la opinión pública 
                                      pues se había detectado el crecimiento de 
                                      un fenómeno europeo de percepción de 
                                      déficit democrático. La Comisión Europea 
                                      lo explica de la siguiente manera: 
                                      
                                      “la percepción de déficit democrático un 
                                      concepto que se invoca principalmente para 
                                      afirmar que la Unión Europea y sus 
                                      instancias adolecen de falta de 
                                      legitimidad democrática y que parecen 
                                      inaccesibles al ciudadano por la 
                                      complejidad de su funcionamiento. Refleja 
                                      una percepción según la cual el sistema 
                                      institucional comunitario estaría dominado 
                                      por una institución que acumula poderes 
                                      legislativos y gubernamentales, el Consejo 
                                      de la Unión Europea, y por una institución 
                                      burocrática y tecnocrática sin legitimidad 
                                      democrática real, la Comisión Europea”.
                                      
                                      
                                      
                                      A pesar de la enorme maquinaria de 
                                      difusión de información que opera desde el 
                                      corazón de Bruselas, los estudios de 
                                      análisis de impacto noticioso de la UE 
                                      coinciden en señalar que los temas de la 
                                      Unión Europea presentan una bajísima 
                                      cobertura, tanto en prensa escrita como en 
                                      los medios electrónicos. En uno de los 
                                      primeros estudios de análisis de contenido 
                                      de noticias de la UE elaborado por 
                                      Euromedia y Fundesco (1996-1997) se 
                                      detectó que los medios audiovisuales 
                                      españoles otorgaban un promedio de 2,0% 
                                      del corpus de información a los temas 
                                      eurocomunitarios. El caso español no era 
                                      la excepción, sino la norma: “La escasez 
                                      informativa es el patrón común de interés 
                                      de los medios de comunicación en 
                                      prácticamente todos los países miembros”. 
                                      Nueve años después, Pippa Norris (2000) se 
                                      encontró con la cifra estancada en el 2,0% 
                                      de cobertura. También llegó a la 
                                      conclusión de que el problema no sólo era 
                                      la reducida cantidad de información en la 
                                      prensa, sino la posición marginal que 
                                      tenían con relación al corpus de noticias: 
                                      “la UE es una especie de relleno 
                                      informativo entre la sección política y 
                                      los deportes” . Dos años más tarde, De 
                                      Vreese (2002) se encontraría con un ligero 
                                      descenso en la cobertura, pues durante un 
                                      ‘periodo de rutina’, las noticias de la UE 
                                      ocupaban entre el 1-2% de la agenda 
                                      mediática de algunos países del norte de 
                                      Europa.
                                      
                                       
                                      Sin embargo, autores como De Vreese han 
                                      señalado que los eventos con mayor 
                                      trascendencia económica y política —la 
                                      introducción de la moneda euro, las 
                                      elecciones al Parlamento, las reuniones 
                                      Cumbre, las firmas de los Tratados, los 
                                      plebiscitos— suelen propiciar un 
                                      incremento de notas informativas dedicadas 
                                      al tema de la Unión Europea y también un 
                                      reposicionamiento en el corpus de 
                                      noticias. No obstante, una vez superados 
                                      estos momentos de excepción, la 
                                      información acerca de la Unión Europea 
                                      entre un sintomático decay lag que podría 
                                      equipararse como estado de «sequía 
                                      informativa» o «estío mediático». En 
                                      opinión de De Vreese, la baja cobertura 
                                      procede de una falta de atractivo, porque 
                                      “la mayor parte del tiempo la UE no genera 
                                      noticias: sólo información”. 
                                      
                                      
                                      Y no sólo eso, si atendemos a los 
                                      contenidos de la noticias los resultados 
                                      tampoco son del todo favorables para la 
                                      Unión Europea. Los estudios aplicados por 
                                      Gavin (1998), Senante (1999), Norris 
                                      (2000), Euromedia/Fundesco (1996-1997); De 
                                      Vreese (2002); González (2003); De Vreese 
                                      y Semetko (2004), Ruiz y Sampedro (2005), 
                                      y Ruiz, Sampedro y Carriço (2005), entre 
                                      otros, coinciden en señalar que las 
                                      noticias de la Unión Europea en los medios 
                                      informativos adolecen, entre otras, de las 
                                      siguientes anomalías: 
                                      
                                        
                                        
                                        • Baja visibilidad
                                        • Débil ponderación gráfica
                                        • Deshumanización (falta de «rostro 
                                        humano»)
                                        • Falta de emotividad discursiva
                                        • Centralismo hacia Bruselas
                                        • Protagonismo de países de la CEE de 
                                        los 9
                                        • Tratamiento noticioso negativo o de 
                                        conflicto
                                        • Énfasis temático en las consecuencias 
                                        económicas
                                        • Información elitista o 
                                        hiperespecializada
                                      
                                      
                                      
                                      El efecto 
                                      perverso
                                      
                                      
                                      Al parecer, esta cadena de anomalías de 
                                      índole comunicológico e informativo, de 
                                      alguna manera han marcado una zanja entre 
                                      la Unión Europea institucional y los 
                                      habitantes del territorio europeo. En el 
                                      Libro Blanco sobre una Política Europea de 
                                      Comunicación se lee que “[e]stá 
                                      ampliamente admitido que existe una 
                                      distancia entre la Unión Europea y sus 
                                      ciudadanos” . Al parecer, este 
                                      «distanciamiento» ha tenido un efecto 
                                      perverso, utilizando el término no como 
                                      adjetivo sinónimo de malévolo sino como lo 
                                      plantea Raymond Boudon para señalar los 
                                      males involuntarios o consecuencias 
                                      contraproducentes y globalmente negativas 
                                      y de índole social que escapan de toda 
                                      previsión política. La perversión 
                                      provocada por la «distancia» ha sido 
                                      diagnosticada como «euroescepticismo», que 
                                      Pippa Norris explica como una reacción que 
                                      “surge inevitablemente entre los 
                                      ciudadanos tras el ingreso de sus países 
                                      en la Unión Europea”, y que bien podríamos 
                                      resumir como una mezcla de apatía, 
                                      desencanto (disenchantment) y suspicacia (cynicism). 
                                      La Comisión Europea define al 
                                      euroescéptico como como “persona opuesta a 
                                      la integración europea o que muestra 
                                      escepticismo con respecto a la UE y sus 
                                      objetivos”. Escepticismo deriva del griego 
                                      skeptesthai o “examinar”, describen que su 
                                      significado más profundo es “poner en 
                                      duda” (DRAE, s.d.). La duda del escéptico, 
                                      de acuerdo Bunge, se apodera del 
                                      pensamiento cuando la realidad más próxima 
                                      y tangible no coincide con lo producido 
                                      por las ideas, de manera tal que si algo 
                                      no es comprobado en el mundo material se 
                                      duda de inmediato de su existencia. Si, 
                                      como opina Bunge, “sólo se es escéptico de 
                                      aquello que no nos consta que realmente 
                                      exista” , la Unión Europea también pudiera 
                                      estar padeciendo de un «déficit de 
                                      representación», de presencia e imagen en 
                                      los medios de comunicación.
                                      
                                      
                                      ¿Los informativos de los medios de 
                                      comunicación son los responsables de la 
                                      suspicacia y desencanto de los ciudadanos 
                                      para con la Unión Europea? Claes de Vreese 
                                      responde categórico: No. La manera en cómo 
                                      un individuo, grupo social o una 
                                      institución es «representada» en los 
                                      medios de comunicación es un hecho 
                                      altamente significativo que merece una 
                                      particular atención. Al respecto, Dyer 
                                      (1993) ha señalado que “we are seen 
                                      determines in part how we are treated; how 
                                      we treat others is based how on how we see 
                                      then (and) such seeing comes from 
                                      representation”. Las representaciones de 
                                      los medios no son el factor unívoco que 
                                      interviene en la construcción de la 
                                      opinión pública. Como tal lo han 
                                      demostrado autores canónicos como Stuart 
                                      Hall o García-Canclini cuando hablan de 
                                      «lecturas negociadas», esto es, de 
                                      receptores activos y críticos que echan 
                                      mano de múltiples elementos y 
                                      circunstancias para formarse un criterio y 
                                      tomar sus propias conclusiones, en el que 
                                      intervienen factores psicológicos y 
                                      sociológicos, también contextuales. 
                                      Basados en un sinfín de estudios de 
                                      efectos implementados por la Media 
                                      Communication Research —regularmente 
                                      basados en análisis de contenido 
                                      contrastados con sondeos de opinión— se ha 
                                      demostrado que existe correlación o grado 
                                      de efecto significativo entre el encuadre 
                                      dominante atribuido a un tema por parte de 
                                      los medios informativos con la visión más 
                                      generalizada que una población dada tenía 
                                      sobre ese mismo tema (Iyengar, 1991; Cobb 
                                      y Kublinski, 1997; Domke, McCoy y Torres, 
                                      1999; Nelson y Oaxley, 1999; Vakenburg, 
                                      Semetko y De Vreese, 1999; McLeod y 
                                      Detenber, 1999; De Vreese, 2003). ¿Los 
                                      medios de comunicación influyen en la 
                                      percepción que los ciudadanos europeos 
                                      tienen de la Unión Europea? De acuerdo con 
                                      los experimentos documentados por la Media 
                                      Communication Research, la respuesta es 
                                      “Probablemente sí”.
                                      
                                      
                                      Uno de los mayores escollos de la UE ha 
                                      sido una mala relación con la industria de 
                                      los medios de comunicación. Una relación 
                                      que deambula de la indiferencia a la 
                                      tergiversación de la información, 
                                      generando alrededor toda clase de 
                                      conflictos que, en algunos territorios, 
                                      como Reino Unido, se han vuelto crónicos, 
                                      por decir lo menos. La UE ha expresado su 
                                      frustración acerca del tratamiento 
                                      informativo que se le dan a los hechos de 
                                      la Europa institucional: “Unfortunately, 
                                      amongst the clear and informative reports 
                                      lie a large number of stories based on 
                                      twisted facts or even lies. The stories 
                                      can make entertaining reading, but many 
                                      people believe them and often come away 
                                      with a picture of the EU as a bunch of mad 
                                      'eurocrats’ . (Comisiones Europeas, 2008. 
                                      Las comillas son de origen). A estas 
                                      noticias que, parten de una verdad para 
                                      convertirlas en una gran mentira, han sido 
                                      bautizadas como “euromitos”. En opinión de 
                                      De Vreese, el mayor obstáculo 
                                      comunicológico al que se enfrenta la Unión 
                                      Europea con relación a los media es el 
                                      criterio periodístico del ‘not news, good 
                                      news’. El investigador neerlandés señala 
                                      que gran parte de la sequía informativa y 
                                      los la fabricación de «euromitos» tienen 
                                      origen en el “desconocimiento casi naïf de 
                                      los procesos de elaboración de noticias y 
                                      del trabajo periodístico, por parte de los 
                                      estrategas de políticas de comunicación de 
                                      la Unión Europea” (De Vreese, 2003, p. 8).
                                      
                                      
                                      Sociología de la 
                                      prensa
                                      
                                      
                                      En el fondo, cuando se alude a estos 
                                      fenómenos de «déficit informativo» o de 
                                      «déficit de percepción de democracia», lo 
                                      que realidad sucede es que se está 
                                      llamando al estrado a declarar a un tercer 
                                      actor involucrado en este desencuentro o 
                                      distancia entre los ciudadanos y la Unión 
                                      Europea: nos referimos a la prensa. La 
                                      Declaración de Schumann, de 1950, ya 
                                      reconocía la necesidad de contar con el 
                                      apoyo de los medios de comunicación masiva 
                                      para “traducir a la opinión pública las 
                                      decisiones” económicas, legales y 
                                      políticas que empezaban a gestarse como 
                                      consecuencia de aquella naciente Comunidad 
                                      del Carbón y el Acero. En 1952, Jean 
                                      Monnet desarrolló la idea de Robert 
                                      Schumann en el sentido de confeccionar una 
                                      política informativa destinada a explicar 
                                      no sólo a los ciudadanos sino también “a 
                                      los propios periodistas” lo que en ese 
                                      momento se estaba gestado en Europa. Jean 
                                      Monnet sabía que era necesario establecer 
                                      una agenda política de información y 
                                      comunicación en la que los periodistas 
                                      fuesen considerados agentes estratégicos, 
                                      eslabones clave, para lograr el engranaje 
                                      de cohesión que motivase el entendimiento 
                                      y la participación de los ciudadanos.
                                      
                                      
                                      
                                      Históricamente, la prensa, o por lo menos 
                                      la prensa libre, ha sido un mediador 
                                      social tan imprescindible para la 
                                      Democracia como incómodo para los poderes 
                                      políticos. El tema no es nuevo. Se han 
                                      vertido ríos de tinta sobre ello y son 
                                      innumerables los casos en la Historia del 
                                      Periodismo en los que unos y otros se han 
                                      confrontado, y en las páginas más 
                                      sombrías, coludido. A pesar de las 
                                      múltiples investigaciones que se realizan 
                                      en el mundo con relación a los 
                                      tratamientos informativos de las noticias 
                                      o la extensa bibliografía existente sobre 
                                      los medios de comunicación, la realidad es 
                                      que poco se sabe acerca del comportamiento 
                                      orgánico, las entretelas políticas, 
                                      sociales y de mercado involucradas en el 
                                      proceso de difusión de información 
                                      noticiosa, y menos aún sobre el reciente 
                                      impacto de las nuevas tecnologías en el 
                                      proceso de la noticia. Es necesario 
                                      ahondar más en los factores contextuales y 
                                      condicionantes que operan al interior de 
                                      una maquinaria compleja y muchas veces 
                                      manipulada por intereses extra 
                                      periodísticos, con que se seleccionan las 
                                      noticias y el armado de un informativo, 
                                      esto es, en cómo se construye la agenda 
                                      mediática. 
                                      
                                      
                                      Max Weber (1910) decía que a la prensa 
                                      había que investigarla “con tijera y 
                                      compás”. En su Sociología de la Prensa , 
                                      alertaba a sus colegas sociólogos de 
                                      Frankfurt acerca de la capacidad que tiene 
                                      la prensa para crear, influir y 
                                      transformar la codiciada esfera pública 
                                      (que Weber, en alemán, nombraba con el 
                                      vocablo Publizität). En él, Weber 
                                      escribiría: “Si hace 150 años, el 
                                      Parlamento inglés obligaba a los 
                                      periodistas a pedir perdón de rodillas 
                                      ante él por el breach of privilege , 
                                      cuando informaban de las sesiones, y si 
                                      hoy en día la prensa, con la mera amenaza 
                                      de no imprimir los discursos de los 
                                      diputados, pone de rodillas al Parlamento; 
                                      entonces evidentemente algo ha cambiado, 
                                      tanto en la concepción del parlamentarismo 
                                      como en la posición de la prensa”. Con su 
                                      aguda y visionaria perspectiva 
                                      sociológica, Weber instaba a mantener a la 
                                      prensa, tanto en sus contenidos como en 
                                      sus entresijos políticos, en permanente 
                                      estado de observación. Decía, 
                                      literalmente, a “[medir] cómo se ha ido 
                                      transformando el contenido de los 
                                      periódicos, en su aspecto cuantitativo, en 
                                      el transcurso de la última generación (…) 
                                      entre todo aquello que hoy en día se 
                                      publica como noticia y aquello que ya no 
                                      se publica. Porque es aquí donde la 
                                      situación ha cambiado extraordinariamente. 
                                      (…)”.
                                      
                                      
                                      Lo que Weber advertía era que la prensa, 
                                      los medios informativos, ocupaban una 
                                      posición singular, privilegiada, en la 
                                      arena del juego donde los distintos 
                                      actores sociales se enfrentan por ganar 
                                      espacio en la esfera pública. Los medios 
                                      de comunicación son, todo mundo lo sabe, 
                                      un escaparate codiciado que opera como la 
                                      mejor antesala para influir en la opinión 
                                      de las grandes mayorías. Espacio por el 
                                      que se enfrentan los grupos políticos, de 
                                      cualquier tonalidad ideológica, así como 
                                      los anunciantes, las agencias 
                                      informativas, los magnates dueños de los 
                                      trust de la comunicación y la sociedad 
                                      civil, representada como la faceta 
                                      «activa» del público lector o audiencia. 
                                      Ciertamente, en esa arena de lucha, la 
                                      prensa está obligada a mantener un 
                                      equilibrio de intereses, lo cual, hay que 
                                      reconocerlo, muchas veces se quebranta y 
                                      enloda. No sólo debido a que la prensa se 
                                      encuentra bajo las presiones veladas o 
                                      francas por parte de los poderes públicos 
                                      y privados, sino también por las leyes 
                                      internas de la industria.
 
                                      
                                      Tal vez una 
                                      de las presiones más agudas son las 
                                      ejercidas por las agencias informativas 
                                      —cuestión que Weber ya advertía— quienes 
                                      finalmente proveen y homogeneízan el 
                                      grueso de los contenidos que se publican. 
                                      Furio Colombo en sus reflexiones sobre el 
                                      Postgiornalismo ha advertido acerca del 
                                      limitado espacio de acción que, en 
                                      realidad, tiene la prensa, puesto que la 
                                      mayoría de la información procede de 
                                      fuentes exógenas. El polémico Informe 
                                      McBride de la Unesco, de 1976, ya alertaba 
                                      acerca del poder ejercido por apenas cinco 
                                      agencias informativas internacionales y su 
                                      influencia en el concierto mundial de 
                                      medios de comunicación. Desde entonces, la 
                                      situación de las agencias informativas no 
                                      ha cambiado mucho, e incluso la 
                                      concentración se ha recrudecido. Las 
                                      agencias imponen la agenda de temas, el 
                                      tratamiento noticioso, el encuadre de las 
                                      imágenes y con ello el discurso, e incluso 
                                      una «estética periodística». Se suma, 
                                      además, la consabida presión de quienes 
                                      ejercen el control de la producción de 
                                      celulosa, a lo que se agrega la arena de 
                                      competencia con el resto de los medios de 
                                      comunicación por ganar la preferencia de 
                                      las audiencia, por conseguir la anhelada 
                                      fidelidad de abonados y lectores.
                                      
                                      
                                      Como vemos, en esta arena de lucha, las 
                                      empresas de la industria de la información 
                                      participan no sólo en calidad de juez sino 
                                      también como “parte implicada” en esas 
                                      interrelaciones sociológicas que ya 
                                      ocupaban y preocupaban el pensamiento 
                                      maxweberiano y que hoy en día siguen sin 
                                      resolverse. Las corrientes funcionalistas 
                                      de investigación del periodismo han 
                                      querido ver las lógicas de fabricación, 
                                      recepción y consumo de información desde 
                                      el punto de vista de la circulación de 
                                      mercancías, y a las noticias casi en 
                                      términos de commodities. Esto ha derivado 
                                      en una penosa trivialización del proceso 
                                      sociológico implicado, minimizando las 
                                      cadenas de codependencia y complejos 
                                      juegos de poder al interior de la 
                                      industria de medios de comunicación. La 
                                      teoría del Newsmaking ha privilegiado los 
                                      códigos de comportamiento cotidiano, el 
                                      criterio subjetivo de confección “sobre la 
                                      marcha” de una plana periodística o de un 
                                      teaser informativo, asumiendo que las 
                                      noticias que se seleccionan para ser 
                                      publicadas, y las que no, obedecen a una 
                                      rutina de decisiones. Es decir, se 
                                      describe a un jefe de redacción que opera 
                                      como «guardabarreras» (gatekeeper) , y que 
                                      selecciona los temas más por motivos 
                                      cotidianos y hasta por cuestiones de 
                                      disponibilidad de espacio. 
                                      
                                      
                                      Este criterio, no sólo resulta parcial 
                                      sino peligroso. Es errático pretender 
                                      medir el tamaño de un iceberg sólo por 
                                      espacio que le sobresale de la línea de 
                                      agua. El jefe de redacción, y en eso si 
                                      estamos completamente de acuerdo con lo 
                                      que se ha descrito como newsmaking, ocupa 
                                      el lugar clave dentro del proceso de 
                                      fabricación de noticias, al ser el brazo 
                                      que ejecuta el acomodo de las piezas (la 
                                      selección y edición de los contenidos, la 
                                      ubicación jerarquizada de las noticias, 
                                      los famosos “centímetros por columna” 
                                      concedidos a una determinada historia, los 
                                      refuerzos visuales, etc.). Pero sin duda, 
                                      detrás del empleado periodístico pesa la 
                                      carga de una “agenda prescrita” por 
                                      agentes externos. Esto es: el jefe de 
                                      redacción trabaja sobre una realidad 
                                      previamente editada, y de la que 
                                      probablemente ni siquiera sea consciente. 
                                      El medio informativo y el jefe de 
                                      información son quienes gestionan la 
                                      última etapa de la batalla sociológica por 
                                      ganar visibilidad en el codiciado espacio 
                                      de la esfera pública (la Publizität 
                                      maxweberiana). Vista de esta manera, la 
                                      esfera pública que gestionan los medios de 
                                      comunicación es un auténtico escenario o 
                                      «campo» de lucha simbólica, por decirlo en 
                                      términos bourdeanos. 
                                      
                                      
                                      La empresa periodística sabe que su 
                                      sobrevivencia depende del grado de acierto 
                                      y equilibrio que logre en satisfacer a los 
                                      distintos actores y grupos sociales 
                                      involucrados. Si se decanta por algún 
                                      grupo, pierde lectores. Si otorga 
                                      demasiado espacio a la sociedad civil, 
                                      pierde espacios para los anunciantes. Si 
                                      privilegia a los anunciantes puede ser a 
                                      costa de perder colaboradores 
                                      intelectuales que aportan prestigio al 
                                      medio, y así sucesivamente. Toda empresa 
                                      periodística sabe que en el sitio señalado 
                                      para el «guardabarreras» sólo puede 
                                      sobrevivir un individuo entrenado en la 
                                      línea de fuego, avezado en el arte del 
                                      reequilibraje de intereses, políticos, 
                                      financieros e ideológicos, y que algunos 
                                      manejan con una destreza equiparable con 
                                      la de un equipo de tramoya que tira de las 
                                      poleas y giran paneles para transformar, 
                                      en segundos, el escenario en el que de 
                                      manera ideal todos estén representados. 
                                      Cuando se quebranta ese equilibrio de 
                                      fuerzas, por algún lado se reflejan las 
                                      consecuencias del desatino: ya sea que se 
                                      desplome la credibilidad de un medio 
                                      informativo, la erosión de las ventas de 
                                      espacios a los anunciantes o la pérdida de 
                                      lectores. Pero no sólo eso, tal vez el 
                                      daño más grave, irreparable, es que al 
                                      alterar el curso natural de la prensa, al 
                                      intervenir en sus contenidos, el sistema 
                                      violenta, tala, una de las pocas 
                                      “biósferas” en donde puede respirar la 
                                      Democracia.
                                      
                                      
                                      In general, by 
                                      which means would you prefer to receive 
                                      information on the European Union, its 
                                      policies, its Institutions? 
                                      
                                      
                                      
                                      A través de la nueva DG Communication , al 
                                      mando de la ex ministra de Cultura de 
                                      Suecia, Margot Wällstrom, la Comisión 
                                      Europea ha buscado transformar de raíz las 
                                      estrategias institucionales en materia de 
                                      comunicación y difusión de información, 
                                      con el objetivo de “acercar Europa a los 
                                      ciudadanos”. Las nuevas estrategias se han 
                                      ido planteando de manera escalonada en 
                                      cuatro documentos cruciales: el Plan de 
                                      Acción (2005); Libro Blanco para una 
                                      Política Europea de Comunicación (2006); 
                                      Plan D: Democracia, Diálogo y Debate y 
                                      Comunicando Europa en Asociación (2007), 
                                      éste último, la síntesis mejor acabada de 
                                      los anteriores. Desde la aparición del 
                                      Plan de Acción relativo a la mejora de la 
                                      Comunicación de Europa (2005) parte de la 
                                      idea cardinal de que “communication is 
                                      more than information”. Desde entonces la 
                                      Unión Europea ha buscado nuevas formas, 
                                      medios innovadores y lenguajes más 
                                      eficaces para establecer una auténtica 
                                      “comunicación bidireccional” con los 
                                      ciudadanos, pues ni el portal Europa —el 
                                      más grande del mundo—, o los Centros de 
                                      Documentación Europea, urbanos o rurales, 
                                      diseñados fundamentalmente para contener 
                                      documentos y dar servicio a grupos con 
                                      necesidades de información altamente 
                                      especializadas, habían resultado adecuados 
                                      para establecer contacto con las grandes 
                                      mayorías: 
                                      
                                      
                                      “[la comunicación bidireccional] es 
                                      esencial para una democracia sana porque 
                                      la democracia sólo puede prosperar si los 
                                      ciudadanos saben lo que ocurre y pueden 
                                      participar plenamente”. 
                                      
                                      
                                      La DG Communication ha emprendido 
                                      trayectorias no escritas, inéditas, en 
                                      materia de gestión de imagen 
                                      institucional, que no pasan precisamente 
                                      por el tamiz de las empresas de la 
                                      industria de la información. Communicating 
                                      Europe in Partnership propuso la 
                                      implementación de una política de 
                                      comunicación diversa y expansiva: “Using 
                                      audiovisual media, internet, the written 
                                      press, publications, events and 
                                      information relays. To have the best 
                                      possible impact we need to integrate these 
                                      effectively and mobilise all the available 
                                      resources in a coherent manner”. La 
                                      acción, entonces, se encaminó hacia la 
                                      inclusión de la institución dentro de la 
                                      Web 2.0, el corazón más vivo de Internet. 
                                      En 2007 se puso en marcha el proyecto 
                                      EUTube , alojado como canal temático 
                                      patrocinado pero dentro del sitio de 
                                      intercambio de vídeos YouTube. No hay que 
                                      olvidar que la Comisaria de Comunicación, 
                                      Margot Wallström, fue la primer 
                                      funcionaria europea que decidió publicar 
                                      su bitácora on line (weblog), en el que 
                                      escribe entradas diariamente sobre 
                                      cuestiones tanto políticas como de índole 
                                      personal . 
                                      
                                      
                                      Cada vez son más frecuentes las campañas 
                                      de marketing político o de propaganda de 
                                      todo tipo a través del uso de las nuevas 
                                      tecnologías. Ahí están los SMS que envía 
                                      Benedicto XVI a los jóvenes católicos de 
                                      todo el mundo, o la «Chica Obama» 
                                      interviniendo desde YouTube en la campaña 
                                      electoral de Estados Unidos. Sin embargo, 
                                      los resultados aún no son nada claros. Si 
                                      bien es cierto que las encuestas describen 
                                      una caída vertiginosa en las audiencias de 
                                      televisión por parte de los jóvenes, y de 
                                      un incremento en el uso de Internet y de 
                                      los móviles, la apuesta hacia los nuevos 
                                      entornos de comunicación, como la Web 2.0, 
                                      no exime riesgos que deben tomarse en 
                                      consideración. Por un lado, la brecha 
                                      digital que está dejando a un lado una 
                                      buena porción de la población (las 
                                      generaciones siglo XX) y por otro, los 
                                      usos indeterminados, no previsibles, que 
                                      las nuevas generaciones de internautas 
                                      harán de las nuevas tecnologías, los 
                                      nuevos productos y lenguajes que de éstas 
                                      deriven. El uso de la Web 2.0 para fines 
                                      de gestión de imagen institucional es una 
                                      acción inédita, y su efectividad, 
                                      incierta. Según resultados obtenidos por 
                                      el Eurobarómetro Audio-visual 
                                      Communication (2007), los ciudadanos 
                                      europeos aún prefieren “informarse de los 
                                      asuntos de la Unión Europea, sus políticas 
                                      y sus instituciones” a través de la 
                                      televisión (39%), seguido por los 
                                      periódicos nacionales (12%), mientras que 
                                      los sitios web institucionales de la Unión 
                                      Europea apenas fueron mencionados por una 
                                      minoría (3%). Con diferencias cualitativas 
                                      regionales, la mayoría de los ciudadanos 
                                      europeos aseguraron que la BBC es el medio 
                                      que, por antonomasia, asocian con las 
                                      noticias de la Unión Europea. Por lo 
                                      tanto, lo que señalan las estadísticas es 
                                      que la Unión Europea no puede prescindir 
                                      de la prensa, pues la industria de medios 
                                      de comunicación sigue siendo el camino más 
                                      certero para llegar a las grandes mayorías 
                                      de Europa, con excepción de las islas 
                                      mediterráneas —como Grecia o Chipre—, en 
                                      donde los indicadores muestran severos 
                                      problemas de desinformación e 
                                      incomunicación con el resto del 
                                      Continente. Tampoco la prensa debe 
                                      desdeñar los cambios culturales y nuevos 
                                      hábitos de información que los ciudadanos 
                                      están emprendiendo hacia la selección de 
                                      medios de información menos controlados 
                                      (con las ventajas que ello implica, pero 
                                      también con los inconvenientes en cuanto a 
                                      la fiabilidad de los contenidos) pero que 
                                      sin duda otorgan a la información un 
                                      sentido más libertario, horizontal, que 
                                      permiten de manera estructural una 
                                      auténtica comunicación bidireccional.
                                      
                                      
                                      El futuro de la nueva Europa requiere de 
                                      una prensa —de una industria de la 
                                      información—, que garantice que todos los 
                                      actores sociales estén debidamente 
                                      representados en la esfera pública. 
                                      Entendiendo que ésta, la esfera pública, 
                                      es un territorio que pertenece a la 
                                      sociedad en su conjunto y que a ellos les 
                                      corresponde gestionar ese espacio con 
                                      ética y responsabilidad no sólo por 
                                      criterios mercantiles, mucho menos por 
                                      intereses políticos coyunturales. Hoy más 
                                      que nunca, la Unión Europea necesita estar 
                                      completamente segura de que los ciudadanos 
                                      que opinan, se expresan y votan están 
                                      debidamente informados y que su opinión 
                                      obedece a un ejercicio legítimo y 
                                      consciente de expresión. Es verdad, los 
                                      ciudadanos europeos requieren de más 
                                      información y que ésta les llegue de 
                                      manera oportuna, sin obstáculos, ni 
                                      candados. También se necesita no abdicar 
                                      en su condición ciudadana y ejercer en 
                                      todo momento “lecturas negociadas” de 
                                      representaciones que hacen los medios de 
                                      comunicación de todo aquello que es nuevo, 
                                      ya sea la llegada de un inmigrante, o la 
                                      adhesión de un nuevo país, el aprendizaje 
                                      de un nuevo idioma, la adquisición de un 
                                      nuevo hábito ciudadano, o el nacimiento de 
                                      un nuevo proyecto, aún en proceso, aún 
                                      permeable, como es la Unión Europea.
                                      
                                      
                                      
                                      Por eso, tal vez, la gran sociedad europea 
                                      de principios del siglo XXI debería 
                                      replantearse el camino y asegurarse los 
                                      puentes de común entendimiento. 
                                      Parafraseando a Monnet, cabría volver a 
                                      decir: «Si c’était à refaire, je 
                                      commencerais par… la communication».